Iphigenia in Tauris, 1893 - Valentin Serov |
Hoy
Retumban ecos en mi cabeza,
tambores, timbales,
el golpe que galopa,
es el infinito pudor de la locura.
Todo es un jadeo,
el grito:
viva representación de la carga,
de lo que pesa,
la inquietud del aullido...
Quiero decir,
todo surge en la estridencia del recuerdo
y luego, el ruido,
ese quebramiento de lo profundo.
Mientras tanto,
mi quietud ha pasado a ser un caudal de náufragos.
mi quietud ha pasado a ser un caudal de náufragos.
El pensamiento: salar marítimo,
que entre sus olas
surge un clamor de ayuda...
Ayuda que desciende
surge un clamor de ayuda...
Ayuda que desciende
entre las húmedas colinas abandonadas.
Busco la satírica palabra,
o el peregrino que deambule con profunda omisión.
Desesperada me inserto en lo incorpóreo,
me hundo, y vaporosa digo:
A usted
ahora, nadie la escucha
su vida, es el
desasosiego
por favor
siga esperando…
En silencio sigo esperando el silencio.