Caminando por la espesura de mis sueños
me encontré con la soledad y el desconsuelo,
descubrí la felicidad mirando el azul cielo,
al final, sin tropezarme,
apareciéndose ante mi,
se reverenció amargamente el miedo.
Con sus ojos carmesí,
su sutil hedor hizo que echara a correr
e intentara despertar...
Sentí fallar,
sentí morir.
Lloré, grité,
inhalé y exhalé una profunda turbación,
esa falta de oxigeno
que me mordía,
y yo, solo yo corría.
Espesura aclarada,
entre luces abrió paso el sol,
mudando aquella carmesí pesadilla
a un tibio albar.
Saray Ramírez
Todos los derechos reservados.